jueves, 21 de febrero de 2013

Extracto



Al caer la noche regresó la lluvia y comenzaron a escucharse los rugidos de los cocodrilos. Adela llevaba una piedra en cada mano y Benito guiaba el camino, llevaba una vara que le servía para notar hoyos o partes demasiado resbalosas. Habían caído varias veces, estaban cansados y hambrientos; se untaron un poco de lodo para que los mosquitos dejaran de picarlos. 

Repentinamente todos los animales se callaron, los niños escucharon unos ruidos metálicos, como un herrero; caminaron hacia donde escuchaban el sonido y se encontraron con un hombre, o por lo menos, parecía un hombre, que sostenía un pequeño objeto dorado entre sus manos.