viernes, 17 de abril de 2009

Cuento sin Nombre….

Era una noche obscura cuando Samantha y su hermano regresaban a casa de una aburrida fiesta. El había tomado unas copias de mas pero no la dejo conducir.

El camino atravesaba un espeso bosque y era difícil ver bien de noche, parte por la penumbra y el mal estado de la carretera y parte………….

-tengo sueño- dijo Samantha casi en un murmullo.

-¿y qué?, ¿Que puede atemorizarte si viene conduciendo la idea mas cercana de un superhéroe que existe en la tierra?- respondió su hermano con tono de burla.

-un accidente… que algún animal salte de repente y nos muramos los dos, después de todo estas algo ebrio y si pasara algo, no sé, moriríamos…

- entonces tienes miedo a la muerte, ¿no?

Se hizo un silencio largo y ella solo se concentro en estar atenta a Samuel y al entorno. Al fin volvió hablar:

-te estás quedando dormido...

-no es cierto…

- sí, yo te vi, duraste tres segundos con los ojos cerrados.

- mentira…

-déjame conducir, yo no tome nada…

-no pero estas nerviosa- dijo en tono seco.

Otro silencio, esta vez más largo, ambos sabían que cuando Samantha estaba nerviosa no podía hacer casi nada bien, veía cosas en cualquier lado y todos los sonidos la alteraban.

Samantha volteo y observo a su hermano, compartían mucho, el nombre era casi igual, el cumpleaños era el mismo, y las funciones de el eran las mismas que las suyas solo que con el toque varonil que correspondía con si masculinidad, y ahora sus ojos se cerraban, Sam le dio un pequeño golpe en el hombro.

-provocaras una tragedia si no manejas despierto- ella río. Cuando Samuel abrió los ojos grito y desvió el volante y al voltear ella al frente vio todos sus miedos hacerse realidad un animal, como un gato grande se atravesó en su camino, Samuel miro abrúbtamente y el auto se volcó, el no llevaba el cinturón de seguridad y se salió del auto. Ella quedo atrapada en el carro de cabeza, el parabrisas se rompió y muchos pedazos de vidrio quedaron atrapados en sus ojos, que se convirtieron en dos ventanas que miraban poco y en color rojo por el exceso de sangre que salía de la herida.

Así, Samantha vio a su hermano tendido en el camino, milagrosamente había sobrevivido al golpe y, después de un rato, hizo varios intentos por levantarse.

Algo se movió junto al camino, parecía un animal, tal vez era el gato que había ocasionado todo, Samantha se asusto cuando lo vio caminas hacia el el auto, vio los grandes colmillos del puma y sus ojos, sabía que se quedarían en su cabeza para siempre.

El animal se dirigió hacia Samuel, este lanzo un grito y trato de alejarlo, pero estaba muy lastimado. El puma gruño y, con movimiento rápido, llego hasta el cuello de Samuel, que pronto dejo de emitir sonidos y de forcejear, ahora yacia en el suelo, muerto.

Desde el auto la muchacha vio como el felino y sus crías devoraban a su hermano, lloraba, gritaba y perdía el conocimiento, al poco rato todo estaba obscuro.

-¡Por Dios, vengan pronto! Hay una mujer dentro del auto- una desconocida llamaba a la ambulancia, la pobre estaba aterrada ente la escena del auto volteado, y más al encontrar los restos de Sam.

Cuando rayaba el alba, Samantha iba ya camino al hospital. Dos vendas cubrían sus ojos, no podía ver nada cuando volvió en sí.

Había quedado sola hundida en un mundo de obscuridad y sin posibilidad de recuperar la vista con una operación.

Por años Samantha soñó con el accidente, soñaba a su hermano siendo devorado cuando aún estaba con vida.

-¡Samantha! ¡Hermana! ¡Ayúdame! – le gritaban los restos sangrientos, ella, desesperada, trataba de acudir enseguida, pero estaba atorada. Así no tenía otra opción que presenciar tan horrible espectáculo hasta que solo quedaban unos huesos que los cachorros se llevaban para jugar.

Pero los sueños fueron cambiando después el puma volteaba a verla o se dirigía hacia ella y entonces despertaba empapada en sudor.

Una noche Samantha soñó de nuevo con el accidente, pero esta vez era diferente, ella conducía y Samuel iba a lado, ella no traía el cinturón de seguridad y su hermano fue quien dijo:

-tengo miedo…

-¿de qué? ¿Qué puede pasarte si vengo contigo?

-un accidente… la muerte- la muerte… ¡a los dos les asustaba! Otra cosa en común… solo que Samantha sabía que la muerte de él era a que lea volvía loca y sabia lo que iba a pasar después pero no podía contarlo, y lo peor, ahora le pasaría a ella.

Samuel hizo algún comentario y luego vieron el animal, el auto dio vueltas y Samantha quedo tendida en el pavimento; al poco rato ¡esos ojos! Los ojos que vio acercasen primero al auto la noche del accidente, los ojos amarillos, los colmillos y las garras del puma. Luego la rodearon los que la devorarían y sintió, mordida a mordida, como le desprendían la piel del estomago y escuchaba como la masticaban.

-¡ayúdame!- gritaba, pero Samuel no era si no otros restos humanos atrapados en el carro y no había nadie más que la pudiera ayudar. No importaba lo terrible que era el sueño ella no podía despertar, ya nunca más despertó.

FIN